Bienaventurados los justos porque de ellos será el Reino de los Cielos...

Haz de mí, Señor, un instrumento de tu paz.  Que donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa perdón; donde haya discordia, ponga unión; donde haya error, ponga verdad; donde haya duda, ponga confianza; donde haya desesperación, ponga esperanza; donde haya tinieblas, ponga luz. y donde haya tristeza, ponga yo alegría. Haz, en fin, Señor, que no me empeñe tanto en ser consolado como en consolar; en ser comprendido, como en comprender; en ser amado, como en amar. Porque dando es como se recibe, olvidando es como se encuentra, perdonando se es perdonado y muriendo se resucita a la vida que no conoce fin. Amén.

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